El dolor que se quiere infligir a otro por medio de un ritual macabro es un buen tema para un pequeño bodegón, y puede aportar algo interesante al proyecto (aunque el muñeco se parezca más al jefe Wiggum o a su hijo Ralph y pueda dar cierta risa...)
En este caso son siete tomas (aunque hice unas 24, por la obsesión de que todos los alfileres estuvieran enfocados), hechas con la Fuji X-pro2 y el 80mm f/2.8 macro, tomadas a ISO 200, 1/15 y f/11.