lunes, 18 de agosto de 2014

Visto en la Red: Ser fotógrafo o hacer fotos (por Fernando Sánchez)

De vuelta de vacaciones me he encontrado esta perla en AltFoto. Está escrita por Fernando Sánchez, y aprovechando que utiliza la licencia CC 2.5, voy a replicarla aquí... Tenéis el post original en esta dirección. Os sugiero que, si queréis hacer comentarios, no los hagáis en mi post, sino en el post original, para que el debate sea mas rico.

Por mi parte, sigo tratando de ser fotógrafo (sin conseguirlo del todo)...


Este artículo será polémico. Espero que de lugar a un interesante debate, en el que se diferenciará ser fotógrafo de hacer fotos. Parece lo mismo, pero es muy distinto. Y es uno de tantos problemas que han surgido a raíz de la fotografía digital.

Siempre pongo el mismo símil. Si nos compramos una pluma nadie dirá que somos escritores hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, cualquiera que tenga una cámara es fotógrafo. Y si tiene un blog, ya sin lugar a dudas. El título lo da la sociedad por lo que se tiene, no por lo que se hace.

Es lo mismo que atravesar en coche un estado mexicano (por decir una extensión enorme) y decir a los conocidos que hemos estado ahí. Realmente hemos pasado, que no es lo mismo que estar. Es un matiz lo sé, pero seguro que me entendéis.

Con la fotografía digital pasa exactamente lo mismo. Todos tenemos una cámara, y todos nos consideramos fotógrafos. Pero desde el principio hay una confusión. Una cosa es que nos guste hacer fotos, y otra muy distinta es que seamos fotógrafos.

No quiero decir que sólo los profesionales que cotizamos merezcamos tal título, porque sería soberbio por nuestra parte. Muchos podemos dedicarnos a esta profesión porque así nos han ido las cosas en la vida. Otros no han tenido tanta suerte y tienen que ganarse el pan de otra forma. Y en cuánto pueden agarran la cámara para detener el mundo. Estos tienen mucha más pasión que muchos del mundillo. Y creo que merecen con más justicia el nombre de fotógrafos, con todas las letras.

Una cosa es salir el fin de semana y hacer una buena foto, o dos, o veinte, del sitio que vayamos, y otra es supeditar la fotografía al viaje. Es decir, ir al norte cuando te gusta el sur porque estás buscando algo determinado y concreto que no puedes encontrar en ningún otro lugar. O ir a la árida Castilla en vez de a la exuberante Asturias porque necesitas contar algo que sólo se encuentra bajo el caliente sol que cantó Machado, por poner un ejemplo más concreto.

La fotografía pierde su sentido real si sólo buscamos fotos bonitas de los lugares que visitamos, sin ninguna conexión. Algunos pueden pensar que el nexo somos nosotros, pero eso no basta. Volviendo al símil del bolígrafo, no por escribir un día la carta a la novia y otro rellenar un formulario burocrático se puede decir que seamos escritores. Es así de sencillo.

Se es fotógrafo cuando se busca un discurso, un estilo que no sea repetir las fotos que hace todo el mundo desde el mirador de San Nicolás en Granada o en cualquier otro lugar turístico. Se es fotógrafo cuando esperamos encontrar una buena luz y esperamos días y días hasta que lo conseguimos. Uno es fotógrafo si lucha por encontrar un estilo ajeno a las modas de los filtros. Si busca inspiración y se olvida de las copias.

Hay talleres impartidos por prestigiosos fotógrafos en los que los alumnos salen haciendo las mismas fotos, sin personalidad propia. Hay gente que cuelga fotos en las redes sociales sin sentido. Unos días un pájaro, otros una niña y también desde la ventana de su coche... Quien mucho abarca poco hace, decían los viejos de mi pueblo.

Todas esas fotos son muy bonitas, seguro. Y algunas puedo decir que son perfectas. Pero se quedan ahí. En un ejemplo perfecto de dominio de las técnicas fotográficas pero que pueden haber salido por casualidad. Hacer una fotografía es muy sencillo una vez que se conoce la técnica. Lo difícil es hacer un discurso completo con la simple ayuda de nuestra cámara.

Por eso me gusta establecer la diferencia entre los que hacen fotos sueltas y bonitas y los que se ve que tienen un trabajo detrás, una investigación propia que les sirve para expresarse y dar un nuevo sentido a las cosas. Para bien o para mal, pocos son fotógrafos. Los demás sólo las hacemos, que ya es bastante. Si no fuera así, los fotomatones serían los mejores fotógrafos del mundo.