Por mi parte, sigo tratando de ser fotógrafo (sin conseguirlo del todo)...
Siempre pongo el mismo símil. Si nos compramos una pluma nadie dirá que somos escritores hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, cualquiera que tenga una cámara es fotógrafo. Y si tiene un blog, ya sin lugar a dudas. El título lo da la sociedad por lo que se tiene, no por lo que se hace.
Es lo mismo que atravesar en coche un estado mexicano (por decir una extensión enorme) y decir a los conocidos que hemos estado ahí. Realmente hemos pasado, que no es lo mismo que estar. Es un matiz lo sé, pero seguro que me entendéis.
No quiero decir que sólo los profesionales que cotizamos merezcamos tal título, porque sería soberbio por nuestra parte. Muchos podemos dedicarnos a esta profesión porque así nos han ido las cosas en la vida. Otros no han tenido tanta suerte y tienen que ganarse el pan de otra forma. Y en cuánto pueden agarran la cámara para detener el mundo. Estos tienen mucha más pasión que muchos del mundillo. Y creo que merecen con más justicia el nombre de fotógrafos, con todas las letras.
Una cosa es salir el fin de semana y hacer una buena foto, o dos, o veinte, del sitio que vayamos, y otra es supeditar la fotografía al viaje. Es decir, ir al norte cuando te gusta el sur porque estás buscando algo determinado y concreto que no puedes encontrar en ningún otro lugar. O ir a la árida Castilla en vez de a la exuberante Asturias porque necesitas contar algo que sólo se encuentra bajo el caliente sol que cantó Machado, por poner un ejemplo más concreto.
La fotografía pierde su sentido real si sólo buscamos fotos bonitas de los lugares que visitamos, sin ninguna conexión. Algunos pueden pensar que el nexo somos nosotros, pero eso no basta. Volviendo al símil del bolígrafo, no por escribir un día la carta a la novia y otro rellenar un formulario burocrático se puede decir que seamos escritores. Es así de sencillo.
Hay talleres impartidos por prestigiosos fotógrafos en los que los alumnos salen haciendo las mismas fotos, sin personalidad propia. Hay gente que cuelga fotos en las redes sociales sin sentido. Unos días un pájaro, otros una niña y también desde la ventana de su coche... Quien mucho abarca poco hace, decían los viejos de mi pueblo.
Todas esas fotos son muy bonitas, seguro. Y algunas puedo decir que son perfectas. Pero se quedan ahí. En un ejemplo perfecto de dominio de las técnicas fotográficas pero que pueden haber salido por casualidad. Hacer una fotografía es muy sencillo una vez que se conoce la técnica. Lo difícil es hacer un discurso completo con la simple ayuda de nuestra cámara.
Por eso me gusta establecer la diferencia entre los que hacen fotos sueltas y bonitas y los que se ve que tienen un trabajo detrás, una investigación propia que les sirve para expresarse y dar un nuevo sentido a las cosas. Para bien o para mal, pocos son fotógrafos. Los demás sólo las hacemos, que ya es bastante. Si no fuera así, los fotomatones serían los mejores fotógrafos del mundo.