Es lo más parecido a la fotografía de calle a la que, de momento, llego. La foto que os traigo hoy (y que prometí en el post del pececillo y el anzuelo), es una de esas.
Budapest es una ciudad (o mejor, dos ciudades) singular(es). El ambiente aún muestra algunas trazas de una economía socialista, y no solo en la imagen que te llevas en la retina, sino también en un cierto cuidado por la cultura y por los servicios a las personas. Sin duda, uno de esos servicios son los balnearios, situados en medio de la ciudad, y utilizados por un buen número de personas.
En mi viaje a Budapest entré al Balneario Széchenyi, un lugar recomendable, con un precio realmente asequible y muy espectacular, tanto en su arquitectura como en sus instalaciones. Y lo que es más exótico, con gente jugando al ajedrez en el agua.
Quizá la foto no es la mejor del mundo, pero creo que refleja muy bien como las cosas que deben importarnos son las que nos importan, y no otras. Me explico: si lo que te gusta es el ajedrez, juega al ajedrez sin preocuparte de nada más. La diferencia de edad al realizar una actividad conjunta como esta, o estar en un lugar en el que normalmente se hacen otras cosas son detalles completamente secundarios.
Busca qué te hace feliz. Si lo que te hace feliz hace feliz a alguien más, la felicidad será doble.